
Por qué hay que verla
Bob Odenkirk vuelve como Hutch Mansell. Tras el éxito sorpresa de Nadie (Nobody) (2021), una cinta de acción pequeña pero efectiva sobre un tranquilo padre de familia que revela poco a poco su verdadero carácter después de que dos ladrones roben en su casa, llega esta secuela donde el protagonista está acompañado por Connie Nielsen (Gladiator II), en el papel de la esposa de Manse, y Sharon Stone.
Cuatro años después de enfrentarse involuntariamente a la mafia rusa, Hutch sigue manteniendo con la organización criminal una deuda de 30 millones de dólares que trata de saldar poco a poco con una serie interminable de golpes contra matones internacionales.
Pese a disfrutar como siempre de la faceta más trepidante y física de su «trabajo», Hutch y su esposa Becca (Connie Nielsen) se sienten agotados y distanciados. Para intentar remediarlo, deciden llevarse a sus hijos (Gage Munroe, Paisley Cadorath) de escapada al mismo lugar al que Hutch iba de vacaciones con su hermano Harry (RZA) cuando eran pequeños.
Acompañados del padre de Hutch (Christopher Lloyd), la familia llega a la pequeña localidad turística de Plummerville con ganas de disfrutar de un merecido y soleado descanso.
Pero cuando un encuentro fortuito con una panda de indeseables de la zona pone a la familia en el punto de mira de un mandamás corrupto del parque temático local (John Ortiz) y de su turbio sheriff (Colin Hanks), Hutch se convertirá en el objetivo de la líder criminal más sanguinaria y perturbada que él (o cualquiera) haya conocido (Sharon Stone).
El guion, al igual que en la primera entrega, es de Derek Kolstad (John Wick, Die Hart) y de Aaron Rabin (Jack Ryan, de Tom Clancy), a partir de una historia del propio Derek Kolstad, basada en personajes creados por él mismo.