No había mucha discusión. Grace Kelly, la ganadora de un Oscar (en 1955 por La angustia de vivir), la bellísima actriz que enamoró al mundo se retiraba del cine tras contraer matrimonio con el príncipe Rainiero de Mónaco. No podía hacer otra cosa. Grace empezaba una nueva vida en Europa donde el cine ya no tenía cabida. Su papel ahora era otro.
Sin embargo, Alfred Hitchcock la quería como protagonista de Marnie (1964). La empresa era complicada porque la actriz había dejado el cine tras el estreno de las películas El cisne y Alta sociedad, ambas de 1956. Pero Grace, pese a las circunstancias, no descartaba la idea de volver a las pantallas y quería hacerlo con Hitchcock, el cineasta que la había dirigido en Crimen perfecto (1954), La ventana indiscreta (1954) y Atrapa a un ladrón (1955) y estaba profundamente enamorado de ella.
Marnie era un proyecto interesante, un personaje complejo… quizá demasiado. Como confesó la propia estrella: “Quise hace Marnie, la ladrona, pero estaba sumamente influenciada por la reacción que la noticia había provocado en Mónaco”. No pudo ser y Hitchcock llamó a Tippi Hedren, con la que ya había rodado Los pájaros (1963), pero esa es otra canción.
La historia de cómo Grace pudo ser Marnie la cuenta parcialmente la película Grace of Monaco (2014), de Oliver Dahan, con Nicole Kidman como Grace Kelly y Roger Ashton-Griffiths como Hitchcock.