La 72 edición del Festival de Cine de San Sebastián llegó a su fin y lo hizo en una gala de clausura que empezó muy bien, porque las palabras del cineasta francés Emmanuel Courcol al recoger el Premio del Público por su comedia Por todo lo alto (En Fanfare) dieron en el clavo: «Un premio del público es extremadamente importante porque el público es el destinatario de las películas».
Otro tipo de aplausos provocó el actor argentino que triunfa en Francia Nahuel Perez Biscayart cuando subió a recoger el premio Horizontes para la inclasificable El Jockey, la película dirigida por Luis Ortega que representará a Argentina en los Goya y los Oscar. Él es el protagonista y apareció en el escenario para defender al cine argentino de la política de Milei con un «no nos van a destruir». Pero Nahuel también tuvo tiempo para gritar «Palestina libre».
El premio New Directors, que destaca aquellos cineastas que estrenan su primer o segundo largometraje con la intención de que puedan hacer un tercero, fue para el suizo Piet Baumgartner con su película Bagger Drama. Pero los ecos de Nahuel siguieron oyéndose cuando, antes de entrar en la Sección Oficial propiamente dicha, el Festival de San Sebastián quiso homenajear al cine argentino con un video en el que hasta Ricardo Darín apareció por videoconferencia. Este año se han visto 26 películas argentinas en San Sebastián, pero alguien apuntó que «el año próximo habrá 4, 2 o ninguna».
La Concha de Plata al mejor guion fue para uno de los directores franceses más prolíficos del momento y más queridos por el festival. François Ozon por Cuando cae el otoño, película que también se llevó la Concha de Plata a la mejor interpretación de reparto para Pierre Lottin, un actor muy conocido en Francia que subió dos veces al escenario ya que Ozon no estaba presente. La historia de dos mujeres jubiladas que viven en un pueblecito y un inoportuno plato de setas silvestres tóxicas ha enamorado a todos los que la han visto. Pierre Lottin agradeció a sus compañeras de reparto, «Hélène Vincent, Josiane Balasko y Ludivine Sagnier, por su generosidad y escucha”. El intérprete, como portavoz de François Ozon, agradeció al jurado de su parte el valor de «haberse fijado en una historia que se centra en dos mujeres de más de 80 años, habitualmente invisibles en la sociedad y el cine”. Y estuvo muy gracioso cuando quiso dedicar su premio «a mi esposa sin la cual no estaría aquí porque encontró mi pasaporte».
Tampoco estuvo el director de fotografía chino Songri Piao, premiado por Kung bang shang tian tang. El premio a la mejor interpretación (así, en general, porque San Sebastián, en una decisión absurda, no distingue entre mejor actor o mejor actriz) fue para Patricia López Arnáiz, posiblemente la actriz del momento del cine español, aunque nunca soñó con dedicarse al cine y viva alejada de focos y ruido en un pueblo de la montaña Alavesa de poco menos de 50 habitantes cerca de su Vitoria natal. La protagonista de Los destellos puede estar contenta, la directora de la película, Pilar Palomero, la ha comparado con Katharine Hepburn.
La Concha de plata a la mejor dirección fue compartida por la directora portuguesa Laura Carreira (On Falling) y el español Pedro Martín Calero (El Llanto). Ambos debutan en el largometraje. Martín Calero, un nombre a tener en cuenta, señaló que su película»también es argentina» y quiso dar las gracias a la gran guionista Isabel Peña (Antidisturbios, Que Dios nos perdone, As Bestas), que también participa en esta película de terror, con denuncia a la violencia machista incluida, y rodada en tres países, con tres actrices de distintas nacionalidades (argentina, española y francesa) y cuya trama transcurre en tres épocas diferentes.
El Premio Especial del Jurado, que se otorga a aquellas películas que los miembros del jurado consideran que deben de ser destacadas por el motivo que sea, fue para todo el elenco de The Last Showgirl, de Gia Coppola, nieta de Francis y sobrina de Sofia. Gia es hija de Gian-Carlo Coppola, hijo del director que murió en un desgraciado accidente en el mar un 26 de mayo de 1986. La directora nació un uno de enero de 1987, así que no conoció a su padre. En The Last Showgirl rescata a Pamela Anderson en una resurrección que ríete tú de la de John Travolta en Pulp Fiction. La actriz interpreta a una corista ya entrada en años (sobre todo para dedicarse a lo que se dedica) que debe replantearse su futuro. Las dos subieron a recoger el premio encantadas de la vida.
Y finalmente, la Concha de Oro a la mejor película, el premio más importante de la noche, se fue para la producción de la que más se había hablado y mejores críticas había recibido: el documental de Albert Serra Tardes de soledad. «Cine difícil», como lo definió la productora Montse Triola, o, como dijo sobre el escenario otro de los productores, «una película para salir por la puerta grande o por la enfermería». Como Tardes de soledad se puede ver como un proyecto pro taurino o anti taurino, todos contentos. De todas formas, el director zanjó el tema con estas palabras: «El mundo en el que vivimos es más complejo que estar a favor o en contra de algo». Luego, el genial cineasta quiso agradecer a los protagonistas del documental, con el torero Andrés Roca Rey a la cabeza, por permitir que la cámara «accediera a ellos hasta ese grado de intimidad».